La Camiseta Fat Records celebra el sello punk californiano fundado por Fat Mike. Espíritu DIY, guitarras afiladas y actitud 100 % independiente.
Camiseta Fat Records | Espíritu punk californiano directo desde los noventa
La camiseta Fat Records es para quienes crecieron con velocidad, guitarras melódicas y fanzines fotocopiados. Fundado en San Francisco en 1990 por Fat Mike, bajista de NOFX, el sello nació como respuesta al aburrimiento y las reglas impuestas por la industria musical. Fat Wreck Chords (así, con K) se convirtió en sinónimo de punk rock honesto, acelerado y sin concesiones.
Desde el principio, Fat Records apostó por una ética DIY feroz. Nada de grandes discográficas, nada de radiofórmulas. Aquí solo importaba la música y la comunidad que la hacía posible. NOFX, Lagwagon, Propagandhi, Strung Out, No Use For A Name, Good Riddance... El roster era un cartel de festival perfecto para cualquier amante del punk noventero.
Fat no solo era música. Era actitud. Letras políticas, sentido del humor ácido, riffs pegadizos y baterías a toda velocidad. Los discos se editaban con cariño, sin trucos de marketing. Solo canciones para cantar con el puño en alto. El sello mantuvo su independencia incluso cuando otras discográficas del género se vendieron al sistema.
Durante la explosión punk de los noventa, Fat Records fue el refugio de los que no querían ser Green Day. Su sonido era más crudo, más real. Las giras eran intensas y sudorosas. Las bandas dormían en suelos y comían basura de gasolinera. Pero el espíritu era genuino. La escena se sostenía por pasión, no por contratos millonarios.
Con los años, Fat sobrevivió a modas, cierres y cambios en la industria. Siguió apostando por nuevas bandas y cuidando a las veteranas. Supo mantener su esencia sin convertirse en una caricatura de sí mismo. Eso lo hace eterno. Porque el punk puede envejecer, pero nunca se domestica. Y Fat Records es la prueba viva.
Hoy, llevar la camiseta de Fat Records es un homenaje a esa energía sin filtros. A esas canciones que te hicieron saltar en tu cuarto. Es también un recordatorio de que la música aún puede ser libre, divertida y rebelde sin perder el corazón. Y que, a veces, tres acordes y una actitud valen más que mil campañas de marketing.